jueves, 10 de marzo de 2011

La explicación mitológica de la guerra de Troya


La guerra de Troya vista desde los mitos

Los seres humanos necesitamos dar un sentido, explicar aquello que no comprendemos. En la actualidad la ciencia y la tecnología nos brindan datos cada vez más potentes acerca de nuestro entorno, los fenómenos naturales, nuestra evolución como especie y nuestro posible futuro y nos permiten un relativo control sobre estos aspectos. Las disciplinas humanas y sociales se esfuerzan por hacer más digna la situación del Hombre en sociedad. Para algunos individuos, sus convicciones religiosas interactúan con estas visiones.

El hombre arcaico procuraba, también, dar respuesta a interrogantes que le planteaban los fenómenos de la Naturaleza, el origen de su existencia, la muerte. Los relatos míticos son el resultado del esfuerzo del hombre primitivo por explicar estas preguntas. Por ejemplo, la explicación mítica de las fases de la Luna, consistía en que ella es raptada durante algunos días.

En el siglo XVII, el antropólogo italiano Giambattista Vico afirmaba que el mito es   un modo de pensar que tiene sus propias características y que condiciona, o por lo menos expresa, ciertas formas de vida humana básicas.  Para las sociedades arcaicas el mito era considerado verdadero, sin necesidad de someterlo a prueba.

El mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo fabuloso de los comienzos. Es siempre el relato de una creación, se narra cómo algo ha sido producido. Sus personajes son seres sobrenaturales.
 (Mito y realidad, 1981, Mircea Eliade, antropólogo).


En la Ilíada, la explicación de la guerra de Troya se basa en el mito del rapto de Helena.

Al  parecer[1], todo surge en la boda de los padres de Aquiles: la divinidad marina Tetis, con el rey Peleo. Todos los dioses son invitados a la fiesta, menos la diosa Eris, la discordia, los celos, el odio. Eris se presenta en la boda con un obsequio: una manzana de oro que dice “para la más bella”, y la arroja justo donde se encuentran reunidas tres diosas: Afrodita, Atenea, y Hera., con la intención de provocar desacuerdo y enemistad entre ellas y así aguar la fiesta.

Frente a la disputa, Zeus elude la responsabilidad de resolver quién es la más bella, y elige a Paris, hijo del rey de Troya, para tan difícil decisión.

Cada una de las tres divinidades promete a Paris un don único, que solo ella está en condiciones de ofrecer. Atenea ofrece la sabiduría y la victoria en los combates. Hera ofrece el poder, la soberanía sobre toda Asia. Afrodita le promete el poder de la seducción y a la mujer más bella: Helena. Paris se decide por Helena y elige a Afrodita como la más bella de las tres.  Esto le valdrá el odio de las otras dos diosas, que siempre favorecerán a los aqueos.


Helena es hija del dios Zeus y de una mortal, Leda. Su belleza es espectacular y su poder de seducción es aterrador. Es mortal pero está dotada de un brillo divino. Está casada con Menelao, rey de Esparta.

Durante un viaje a Grecia, Paris visita Esparta y es hospedado en el palacio de Menelao. Allí Paris  rapta a Helena y la lleva a Troya.

Menelao viaja a Troya junto a Ulises, para recuperar a su esposa y reclamar algún rescate para compensar la ofensa. Las negociaciones fracasan, los troyanos no aceptan devolverla.  

Entonces, Menelao acude a su hermano, el poderoso Agamenón. Bajo su mando se reúnen todos los guerreros la Hélade para recuperar, esta vez  por la fuerza, a Helena, la reina de Esparta.

Entre los guerreros  aqueos que lideran el sitio de Troya, el más temido es  Aquiles, rey de los Mirmidones.  Es un adynaton, hijo de una diosa y un mortal, al igual que Helena y otros personajes de la Ilíada.  Su fuerza física, su coraje y su destreza en el combate  hacen temblar al mismo Héctor. Sin embargo, serán el destino o moira, y los favores de los dioses, los que definan la suerte de la guerra y la caída de Troya.

El episodio del caballo de madera aparece en los mitos, pero no es narrada en la Ilíada.





[1] Vernant, Jean-Pierre.1999. Érase una vez...Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.
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